El género es solo uno de los temas. Pero como muchos otros conflictos sociales, ha sido una gran fuente de dolor y de barreras visibles e invisibles que han impactado el bienestar de la sociedad y la economía de las naciones.
Aunque podría decirse que el conocimiento sobre los asuntos de género se ha ampliado de muchas maneras, las nuevas generaciones con ayuda de las herramientas digitales son las que están clamando con más fuerza por oportunidades equitativas y acciones concretas al respecto.
Nuestro compromiso en Fogdog es poner al servicio de marcas y empresas el conocimiento y las estrategias necesarias para navegar de forma adecuada y competitiva este mundo cambiante, creando soluciones que impacten positivamente los negocios, la comunicación y las comunidades.
Esperamos que este documento, que expone algunos ejemplos de comunicación sexista y los caminos para alejarse de ellos, sea de utilidad y podamos juntos contribuir a través de la comunicación, a construir un mundo más justo.
La tendencia a considerar al hombre (blanco, libre) como centro, protagonista o medida de referencia de la historia y la civilización humana, provoca que otras visiones queden anuladas, sean invisibles o incluso ridiculizadas.
El principal ejemplo de androcentrismo se da cuando el vocablo hombre se usa para significar al mismo tiempo humanidad, varón y adulto.
Por ejemplo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 se entiende como universal, pero no incluía ni a las mujeres ni a los esclavos. Olimpia de Gouges, autora teatral y activista, redactó y publicó en 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, y debido a esto fue ejecutada.
En otra forma de androcentrismo, se dice que el sufragio universal comenzó a ser reconocido en Francia tras la revolución de 1848, cuando en realidad solo aplicaba para hombres no esclavos.
En los estereotipos sexistas, a la masculinidad le corresponde la fuerza, la dominancia, el control, la inhibición de los sentimientos y de la empatía, y la independencia (ser para sí mismo).
Los valores de la feminidad son la sumisión, la debilidad, la sensibilidad, el afecto, la empatía, el cuidado de los demás (ser para otros).
Zorro vs. zorra.
Un cualquiera vs. una cualquiera.
Hombre de la calle vs. mujer de la calle.
Caballerosidad.
Hidalguía.
Hombría.
Hombre de bien.
Prohombre.
Arpía.
Víbora.
Ninfómana.
Marimacha.
La definición de las mujeres en relación “con”. Esta forma semántica invisibiliza a las protagonistas de las historias, refiriéndose a ellas como seres que existen únicamente en su condición de relacionarse o servir a otros (madres, esposas, ex de, etc.).
Esta práctica consiste en sumar a las actividades o profesiones que desempeñan las personas, adjetivos sobre su aspecto físico.
Los ejemplos más comunes y frecuentes se refieren a la belleza y/o a la sensualidad de las mujeres.
Construcciones semánticas donde la mujer siempre aparece de forma pasiva.
Por ejemplo: novios que llevan al cine a sus novias, esposos que “sacan” a cenar a sus esposas, etc.
Hacer uso de las mujeres o su imagen para fines que no las dignifican. La forma más común es sexual, convirtiéndola en un “objeto a disposición”.
Consiste en utilizar el género como etiqueta de las personas al hablar de sus actividades o logros. Las palabras de género como mujer, transgénero, gay, etc., solo deberían ser utilizadas si el mensaje a comunicar gira en torno a esto.
Siga las siguiente recomendaciones para evitar caer en casos de comunicación sexista.
El primer paso es reflexionar sobre nuestros propios sesgos.
Hacemos parte de una sociedad que ha promovido principios y valores determinados, y en la mayoría de los casos no nos damos cuenta de que estamos inmersos en prácticas inconscientes que no dignifican los asuntos de género.
El lenguaje no es estático y tiene muchas formas para representar la la equidad de género. Además de evitar los ejemplos descritos en este documento, también puede aplicar estas formas (entre otras):
Cada vez que se cree un mensaje o imagen, corporativos o comerciales, hay que detenerse antes de su publicación y hacerse preguntas como:
La sensibilización frente a estos temas no se da de la noche a la mañana.
Se necesita tiempo, dedicación y entrenamiento en comunicación no sexista para eliminar los sesgos evidentes e inconscientes.
Actualmente, no es opcional proteger la comunicación personal, corporativa y comercial de posibles irrespetos o errores que pueden costar mucho en términos de reputación y dañar a la sociedad.